Las aventuras del Capitan Calamar

Bitacora del Calamar
Lunes 21 de diciembre de no se cuantos...

Y sin lugar a dudas ese debia ser el lider de los Nici, jamas olvidare el dia que conoci a ese hombre, fue algo digno de recordar para las bitacoras de este Calamar.


El Capitán lentamente enfundo el cuchillo que sostenia su mano izquierda, descendio del cuerpo del indigena y puso su cuerpo de pie de un ligero brinco, asumio su postura y sonrio un poco.

-¿Quien eres?- pregunto el capitán.

Capitán, - respondio un hombre de baja estatura y acanelada piel, varios collares de oro cubrian su cuello y un enorme penacho adornaba su cabeza, el semblante de su rostro lucia muy lugubre, dos personas lo acompañaban como si estuvieran custodiandolo - no se como empezar, primero me he de presentar ante una celebridad como lo es usted, mi nombre es Tahukka lider de la tribu de los Nici y si algo he aprendido de quienes hemos torturado hasta la muerte es que todos tienen algo que decir, y es irónico que lo primero que comemos son sus lenguas. Si ahora hablo de esta manera con usted es porque lo respeto, pero diga lo que tiene que decir porque despues de ello yo mismo devoraré sus entrañas.

El capitán bajo un poco la mirada, metio sus manos en los bolsillos de su abrigo y camino hacia Tahukka lentamente mientras decia:

Un honor de verdad, he escuchado historias fantasticas de su tribu, incluso he estudiado sobre sus origenes e historia, pero antes de que sea yo su plato principal, quiero que esté enterado que poseo el Corazon de fuego de Castilla y que haria mejor juego en su cuello que cualquiera de esos vulgares adornos.

Tahukka en un instante dejo de ver al capitan y abrio tanto los ojos como le fue posible, estatico y boquiabierto el lider de los Nici tardo un poco en reaccionar, luego ordeno a sus hombres bajar sus armas.

-¿Es verdad que tienes eso muchacho?-pregunto Tahukka.

-Y no solo eso respetable señor, lo llevo conmigo-

El capitan extendio una de sus piernas hacia Tahukka e introduciendo su mano al abrigo que llevaba, empuño algo y despues lo saco de éste sonriendo desafiantemente, acto seguido y estando a solo treinta centimetros de Tahukka abrio su mano.